lunes, 10 de enero de 2011

Bravos de ayer y de hoy

Es cumpleaños del “tronco” de la familia. La mamá de todos, la bisabuela cumple un año más y es motivo suficiente para una gran reunión familiar. Toda la familia, un poco dañada por los golpes y peleas típicos de una familia grande, se reúne en la casa más grande a celebrar. Comida, bebida y buena música es algo fundamental en estas reuniones. Los hombres se reúnen a conversar en la sala, con una jarra de sangría helada y con mucha fruta.
“Antes en los colegios nos peleábamos de verdad. Uno la chocaba con el otro para la salida y ahí se veían los verdaderos hombres. Se formaba el ruedo (circunferencia hecha por los amigos que querían ver como se peleaban) y ahí, uno contra uno se veían los hombres”. Decía uno de los hombres más viejos de grupo. “No como ahora que cuando se pelean, van en grupo, nadie se pelea uno contra uno, o son abusivos y agarran a uno contra un grupo. Cobardes – dice mi bisabuelo. El más bravo saca una pistola y le mete dos balazos a uno y ahí queda”
No cabe duda que ellos si demostraron su valor. Estoy en contra de cualquier tipo de violencia pero también estoy de acuerdo que los hombres deben defender su valor, su honor. El orgullo es otra cosa. Mi abuelo piensa que un hombre que no puede defender su honor no es un verdadero hombre y algo de razón tiene. No necesariamente a golpes, pero también se puede hacer intelectualmente. Ya no son esos tiempos, donde las cosas se resolvían a golpes, ahora esas ideas deberían dejar de estar presentes en nosotros y demostrar que valemos con ideas, con palabras, sin agredir a nadie.

 


“En esos tiempos, uno enamoraba a las chicas sacándolas a bailar, le extendías la mano y esperabas que ella ponga la suya en la tuya. Eso era que sí. Y solo se bailaba salsa o boleros. Pero salsa romántica o dura, la verdadera salsa. Y uno siempre tenía que mirar a los ojos a la chica, si ella levantaba la mirada, te veía a los ojos, y te sonreía; eso era una buena señal. Generalmente eso nos enamoraba, la sonrisa de la mujer, sus ojos. Ahora no pues ahora solo le ven el trasero y solo la quieren para pasar el rato” decía el hermano del anterior.
Eran otros tiempos. De hecho. Pero quizás eran más bonitos. No creo que pueda vivir lo que ellos vivieron pero me hubiera gustado. Me hubiera gustado enamorarme con la sonrisa de una mujer bailando salsa o un bolero, que para ellos era lo mejor. Se ponían los mejores trajes para las fiestas y ensayaban los pasos de baile en locales donde veías solo hombres bailando entre ellos para poder quedar bien con las chicas. No saber bailar salsa o bolero era un pecado imperdonable, como si no fueras hombre o no sirvieras para nada. Era pecado mortal, eran considerado menos.
Definitivamente eran otros tiempos, para mí, un poco más románticos y bonitos pero no mejores ni peores. Solo distintos. 


Christian Soto