domingo, 14 de noviembre de 2010

El nuevo circo romano


En la Roma antigua, la gente acudía al coliseo romano para divertirse viendo seres humanos matarse unos a otros. Apreciaban las faenas con entusiasmo casi enfermizo. Los gladiadores luchaban por su vida y ninguno sabía si después de esa tarde, iban a salir con vida. La vida de los gladiadores no valía nada. Nada. Y digamos que en ese entonces estaba bien, porque la sociedad no sabía de derechos humanos ni tenía la visión moderna que nosotros tenemos del mundo que queremos. 
Algo parecido son las corridas de toros. Gente que aplaude la matanza de toros con rosas y gritos desenfrenados. Que gozan del sufrimiento de los animales justificándose que en que es una tradición o que los dejen trabajar. La verdad considero, con mucho respeto, que son asesinos. 
Tradición también era matar gente en ese tiempo, pero y ahora qué. Acaso aplaudirían que maten humanos en las plazas de toros. Acaso les gustaría que les claven un número definido de estacas en toda la espalda para luego matarlos con una estocada al corazón. Esto, por más tradición que sea, es inhumano.
Los hombres y mujeres avanzamos cuando, en Francia, se proclamaron los derechos humanos y creo que avanzaríamos más si proclamáramos los derechos animales.
Déjennos trabajar dicen los toreros, somos libres de trabajar en lo que queremos, también dicen. Pues no. No se puede dejar trabajar a gente que mata animales porque piensan que hacen cosas grandes, merecedoras de aplausos. Si dejáramos trabajar a todas las personas en lo que quieren, también hay que dejar a los narcotraficantes  trabajar, o a los terroristas soñar con su revolución. No se puede pues, así de simple
Otra justificación frecuente de estas personas es que están en igualdad de condiciones con los que matan a los animales para alimentarnos de ellos. Yo pienso que están equivocados. No es lo mismo matarlo para comerlo que matarlo porque se nos da la gana. No tiene ningún fin matarlo para que unos cuantos, una minoría adinerada, se divierta y justifique una salida un fin de semana. 
Expreso mi apoyo desde esta columna a la sociedad anti-taurina de Lima y de todo el mundo, y los aliento a seguir en este propósito de igualdad y de respeto por los animales. Nosotros estamos a cargo de cuidar la naturaleza, de velar por el bien de nosotros y de la naturaleza, pero al igual que con los hombres, mi libertad acaba cuando empieza la tuya, la de los animales

Christian Soto

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