domingo, 14 de noviembre de 2010

No me gusta ni me gusta recordarlo


Tú y yo alguna vez actuamos de manera estúpida, lo más estúpido es ver como todo pasa frente a nosotros.
Nos roza la nariz, nos droga de manera nauseabunda, en esencia, nos convierte en peones, un montón de esclavos más: vulnerable.
¿Quién no condenó los sentimientos rosados ante la primera desilusión?
Odio y a la vez no, tener que decir que lo viví. Tú, probablemente lo viviste pero tampoco lo odias del todo a la vez.
Cuando todos te dicen la verdad, las ilusiones son perfectas legañas que te impiden la visión de la realidad y te convierten en una persona con carencia de veracidad.
Cuando a propósito almacenas cada mínimo detalle de manera obsesiva, te desprendes del presente, a una realidad comandada por el tiempo que destina un tercero, lo cual no está mal pero te falto recordar la palabra reciprocidad.
Y esa elevada cantidad de personas que se pasó de cojuda, que se tomó demasiado en serio las palabras que pronunciaron a un oído diciendo: "no existe vida sin ti". Pero también existe la otra mayoría, aquella que en algún momento lo consideró.
Gasté tiempo, dinero, vida.
Gasté voluntad difícil de recuperar.
Y yo de nuevo sé que te arrepientes y no te arrepientes, que ahora recuerdas las cosas que hiciste, las que hubieses hecho, las que nunca más harías.
Gané sabiduría, audacia, viveza.
Gané saber que solo se puede cometer un solo error. Que no existe idiota que pase por esto dos veces con más de una persona.
La experiencia se gana con el tiempo y con el tiempo se van los recuerdos, pero siempre quedará, así no lo notes, el “qué” aprendiste de ellos.


Chau, no coman mucha carne.
Alejandra  Alayo

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